Conquistar un tresmil

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Aquí, sentada en la cima de este tresmil, he olvidado los sudores y esfuerzos, el peso de la mochila, el terreno difícil, el desnivel… y no me importa el roce inmisericorde de la bota. Doy todo por bueno. Una masa mullida de nubes se empeña en cubrir la hondonada oscura en la que se asientan varios pueblos. Aquí y allá, otros valles se hunden en la oscuridad, tragados por las montañas. El sol, casi recién levantado, va deslizando sus dedos fulgentes por las grietas y cimas vecinas. También templa mi mirada, gélida hasta hace unos segundos a causa de la sombra nocturna aún enganchada en la otra cara de este pico. Aquí sentada, en la cima de este tresmil, disfruto en silencio del espectáculo. No es el primero, pero las sensaciones son las mismas. Me estremezco mientras paseo la vista por las crestas afiladas, como espaldas agrestes, en las manchas bancas de la nieve que parecen encanecer a las cumbres altivas que comparten espacio con otras más modestas formando un todo espectacular. Aquí, en la cima de este tresmil… ¿Quieres venir? Te proponemos ascensiones para que comiences a conquistar tresmiles. El mundo de los Pirineos nº 104

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