El sol recorre el perfil quebrado de los Malditos. Sube la Maladeta, respira en Abadias, se sube a la chepa del Maldito y acaricia al Astorg bajo la atenta mirada de Coronas, mientras el Aneto espera paciente su turno, sabedor de que es el más alto, el que marca el ritmo, el que impone su ley. Tempestades, por mucho nombre que se ponga, es un segundón, de lujo eso sí, pero segundón. Mas el sol lo acaricia por igual, mientras devora los hielos ancestrales, cada más diezmados, abocados a la desaparición.
¿Quieres conocerlos mejor? Te lo contamos todo y te hacemos las mejores propuestas de montaña en el siguiente número de la revista, el nº 117 de El mundo de los Pirineos.