Ese nombre, Selva, que acompaña al apellido Irati nos hace imaginar bosques cerrados, con mucha vegetación y sonidos discordantes. Pero Irati es silencio y quietud, solo rota por los pasos entrecortados y raudos de algún animal y el siseo de las ramas de las hayas cuando el viento se cuela entre los troncos. la niebla aporta más pesadez al ambiente, aunque es cierto que pone el punto sobre la i, sería inimaginable la Selva de Irati sin esas nieblas densas que deambulan entre los troncos finos y altos. Los bosques son excepcionales también en Kintoa, con conjuntos de magnífico bosque maduro, como el hayedo de Odia, de valor incalculable. Pirineos nº 113. Bosques excepcionales de Irati y Kintoa