El anhelo de los árboles es llegar a rozar el cielo. Se estiran y estiran en un empeño inútil. Pero su frustración es nuestro gozo. La mirada recorre los troncos altos, rectos, elevados a la máxima potencia. Resiguen los ojos sus siluetas ramificadas y se enmarañan en las hojas verdes, brillantes, recién nacidas que la primavera tienen a bien otorgarles como premio ante tanto esfuerzo.
Así crece el tranquilo y sereno abedul, cuya corteza lechosa se deja abrazar por el viento y acariciar por el sol, su amante. Ahí está el sofisticado abeto, solitario y reservado, cuyas cortezas lloran trementina. Más allá el altísimo aliso, de tronco recto, que ríe a carcajadas cuando el aire fresco de los ríos lo agita. Equilibrado y en paz, el corpulento castaño se prepara para florecer y dar forma a los frutos que el otoño hará madurar. Almendros y cerezos se encargan de poner la nota de color con millones de flores, invitando al amor…
Hoy es el día mundial de los bosques. La primavera ha comenzado a pintarlos con esmero de verdes, violetas, rosas, blancos… Es momento para disfrutar. ¿Conoces nuestras propuestas? www.elmundodelospirineos.com