No ha podido ser. El tercer intento de Alex Txikon de alcanzar la cumbre del Everest en invierno y sin oxígeno se ha topado con numerosas dificultades y, al final, ha tenido que renunciar. La nieve se lo ha puesto difícil en esta ocasión, amontonada en las faldas de Lhotse, inestable y peligrosa. Y ante eso, lo razonable y valiente es retirarse. Están todos bien, que es lo importante, tal y como él mismo afirma en el libro Mundu bat motxilan. Alex Txikonen menditazioak, “más que perdedor, el que lo intenta es ganador, valiente, porque no es cronista de la nada, sino que es emprendedor, activista; en vez de escribir sobre lo vivido, uno de esos que se atreven a vivir lo escrito”.
El libro se adentra en los pensamientos y meditaciones de Txikon. A su lado vamos al Everest con el viento soplando y el frío instalado en cada hueso. Sin la ayuda del oxígeno vamos con él casi hasta la cumbre, paso a paso, meditación a meditación. La montaña no es una carrera, ni un reto. Porque la felicidad no está en la cumbre, así nos lo dice en este libro, sino en cada vivencia, en las sonrisas de quienes comparten cada momento, en el deleite que nos aporta el paisaje…