Las hayas muestran los primeros brotes verdes de la primavera en los valles más bajos. No se quedan atrás el resto de árboles, robles, abedules, sériales, álamos… El caso es que son millones de yemas frescas y tiernas que pugnan por abrirse y desplegar sus verdes intensos. Los prados soleados se han convertido en un paño multifloral en el que amarillos, morados, blancos y azules se entremezclan y alegran los sentidos. Los insectos no dan abasto y el aire está repleto de cantos de aves, agudos trinos y repiques elaborados que dan la bienvenida con alegría a la primavera.

Ordesa, Selva de Oza, Añisclo, Escuaín, Benasque, Bielsa… ¡qué decir Guara! La primavera empuja con firmeza y obliga a despertarse a los bosques del Pirineo central. Es todo un espectáculo de luz y sonido, de vida y renacimiento. Es momento de visitar estas masas boscosas que durante meses han permanecido ausentes. Pinos, encinas y abetos, recios y orgullosos de haber permanecido en su sitio a pesar de las nieves, lustran sus acículas, como si fueran recién estrenadas.

En el Pirineo central encontramos abundantes y muy variados bosques, todo un lujo para montañeros, senderistas y paseantes. Es nuestro camino a las cimas caminaremos bajo su protección, siempre envueltos en un halo de misterio y magia, y, una vez en la cima, nuestra mirada se paseará sin prisa por sus copas, sobre la inmensa alfombra vegetal que conforman los bosques.

El fotógrafo Juanjo Sierra nos invita a asomarnos a esos escenarios atractivos gracias a una treintena de propuestas montañeras bien estudiadas y mejor fotografiadas. El libro Paseoss y rutas por bosques del Pirineo central es un deleite para la vista y encenderá nuestras ganas de recorrer los lugares que han quedado retratados con exquisita elegancia.

Como muestra un botón. Este pequeño aperitivo solo pretende dejar un dulce sabor de boca, encender el deseo de contemplar in situ tanta belleza.