Rodeadas por mares, olas y salitre las montañas gallegas se muestran amables, tal vez porque no quieren alterar la faz acuosa de los océanos. Sus formas redondeadas pueden dar a entender que se lo pondrán fácil al caminante deseoso de asomarse a sus balcones privilegiados. No se dejen engañar. Su esencia es salvaje y guardan en el alma el espíritu que anida en todas las montañas. Esa prominencia las revista de una exigencia camuflada que notaremos en las piernas y en el respirar ansioso. Pero tengan mu claro, igualmente, que el esfuerzo merecerá la pena.

Las cumbres gallegas se elevan elegantes sobre los valles, rías, bosques y aldeas perdidas y regalan a quien no teme enfrentarse a las cuestas unas vistas privilegiadas. Mientras el resuello se tranquiliza y retorna a la serena placidez, la vista corre ansiosa de un lado otro sin saber muy bien dónde quedarse. La brisa nos acompañará y refrescará nuestros esfuerzos mientras nos asomamos a unos panoramas que certifican la espectacularidad del territorio gallego.

Muchas de estas cumbres cuentan con accesos rodados que facilitan la llegada a lo más alto, pero no han ido por ahí los esfuerzos realizados por el autor, Anxo Rial. Este libro recupera la forma más primitiva de ascenso, por lo que ha buscado antiguos caminos, vetustas sendas que los vecinos, pastores y caminantes han usado durante años para conducir el ganado o, simplemente, para contemplar el sublime paisaje desde las alturas. 

Es, por tanto, una invitación en toda regla para disfrutar de cuarenta montañas, para algunas de las cuales plantea varias opciones. Picos, sierra, montes, castillos pétreos… hay donde elegir. El silencio nos acompañará en la ascensión y la paz se colgará de nuestro brazo en el descenso.

Les dejamos una muestra, para abrir boca y ganas de calzarse las botas. www.sua.eus