Cuernos, cencerros, ruido, caretas, pintura negra, pieles, osos, machos cabríos, cintas de colores, jolgorio… los Carnavales no han perdido su sentido más profundo en los pueblos pirenaicos, siguen guardando una estrecha relación con el entorno, con los productos de la tierra, con los animales, con el miedo y las risas. Los bailes y las chanzas buscan alejar a los males, conjugar las artes negra a favor de la vida. Es el momento para que la Tierra se despierte, despunten las yemas en los frutales, surjan brotes verdes, el momento para que poco a poco vayamos preparándonos para la llegada de la primavera. El mundo de los Pirineos nº 110. Carnavales de Baztan y Bidasoa.