Es una exigencia más a añadir cuando preparamos las vacaciones y salidas al monte. Si llevamos con nosotros a un niño el plan tiene que incluir propuestas que les enganchen, que despierten su interés y les ayuden a aprender más y mejor del medio natural. Y luego está lo de compartir nuestras propias experiencias, hacerles partícipes de los que nosotros pensamos y hemos vivido.
No se queda ahí la cosa. Nosotros, los adultos, disfrutamos de sus caras de sorpresa cuando se ven sorprendidos por algo tan simple como un saltamontes, un barrio, un campo de flores, una cascada o los cantos rodados que adornan el cauce de un río. ¡Ah, esa cara de placer, las risas, las exclamaciones! ¡Y las preguntas que nos hacen movidos por la curiosidad! Eduardo Viñuales conoce a fondo el parque nacional de Ordesa y Monte Perdido y sabe de esa curiosidad sana de los chiquis. En este libro intenta responder a algunas de ellas, propone rutas especialmente pensadas para caminar con niños, pensadas para despertar su interés y su amor por el medio natural.
¡Quien fuera niño para poder mirar desde el desconocimiento estos paisajes deslumbrantes y espectaculares!