Las redondeces y amabilidad que muestra la cordillera pirenaica en su inició desde las costa vasca pierden fuerza a medida que avanzamos hacia oriente. Auñamendi, Hiru Erregeen Mahaia (Mesa de los Tres Reyes), Orhi… comienzan a dibujar otro perfil más arisco en el que la piedra gana terreno sobre los pastos. Es por ello que cuando llegamos al valle de Tena, en un alarde por mostrar la personalidad abrupta que guardan en su alma, los Pirineos muestran los dientes afilados, esos que alcanzan los tres mil metros de altitud.

El valle de Tena se convierte, por tanto, en puerta de entrada para acceder a muchas de esas atractivas cimas: Gran Facha, Balaitús, Infiernos… Un escenario inagotable en el que disfrutaremos de lo lindo. Y no solo con los grandes picos, también con los paseos senderistas, los numerosos ibones y cascadas que adornan y refrescan el paisaje, con los bosques que el otoño pinta y el musgo tapiza, con esas sierras, Tendedera y Partacua, que cierran el valle por el sur, un remate ideal para el marco de cumbres del norte.

Fernando Biarge, fotógrafo y montañero, lo conoce bien, no en vano ha convivido durante muchos años con estas montañas, valles y rincones. En este número 136 de la colección El mundo de los Pirineos, nos paseamos de su mano por los pueblos que le otorgan entidad humana al paisaje. Junto a él caminaremos por senderos, pistas y caminos para asomarnos a los mejores miradores, esos que solo conocen quienes aman el paisaje y lo viven como parte de sí mismos.

¿Te apuntas a un viaje por el valle de Tena? Aquí tienes tu invitación: TENA-EL MUNDO DE LOS PIRINEOS