Aguas heladas

El frío anda a sus anchas, como Pedro por su casa, en las alturas pirenaicas. Allí se siente poderoso. No es de extrañar, no hay más que ver las superficies de lagos, ibones, estanys… heladas buena parte del año, y cuando no, acunadas en el sueño de la gélida temperatura de sus aguas. Es, sin duda, uno de sus encantos y una característica que los hace únicos.

Es un placer para los montañeros ascender hacia las crestas afiladas y las cumbres altivas y encontrarse en un recodo una lámina de plácida agua. Los ojos se iluminan y la mente se despeja, se baña en los brillos oscuros o azulados que chisporrotean entre el paisaje árido de la roca. Hay veces que estos lagos de altura son como oasis en el desierto, auténticos paraísos en los que los pinos negros componen una estampa inmejorable, los rododendros beben no muy lejos de las orillas y las ranas pirenaicas chapotean ajenas al discurrir de la vida.

Prácticamente todos los lagos que encontramos en la cordillera son de origen glaciar, esto es, socavones que con la retirada de los hielos han quedado a la vista y se han «rellenado» con agua. Algo tan sencillo como sublime.

En este libro, Aguas heladas. Rutas a lagos de montaña, Gorka López nos propone una treintena de ascensiones a estanys ubicados en el Pirineo oriental. Muchos de ellos están ubicados en espacios protegidos que destacan, precisamente, por su profusión de lagos, como el parque nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici. Son páginas que nos invitan a descubrir estas aguas heladas, que nos acompañan en cada paso y aderezan la caminata con un rincón idílico en el descansar y disfrutar.

Te dejamos una píldora de lo que encontrarás entre sus páginas: https://aareitio.files.wordpress.com/2021/04/no137-pirineos.pdf

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