El frío y la nieve campan a sus anchas buena parte del año en los Pirineos. Diciembre, enero, febrero, marzo… Los árboles lucen el elegante manto blanco en sus ramas, vestidas de gala para las largas noches estrelladas. Las laderas y crestas desaparecen tragadas por el peso de la nieve, cambian sus maneras, sus figuras y perfil. Los agujeros y simas se disimulan, las aristas moderan maneras, la nieve tiene el poder de convertirlas en los que no son. El viento corretea imparable, truena y vocifera sabedor de que solo le responderá el silencio mientras arranca virutas heladas aquí y allá.

Con la llegada de la primavera es el agua quien adquiere protagonismo, quien inunda praderas, baja apresurada por torrenteras y se despeña en forma de cascada virtuosa, sin miedo a ese gran salto al vacío. La humedad combinada con el calor del sol y el aumento de las horas de luz anima a la vegetación. Es tiempo de pastos frescos y jugosos para el ganado mientras otros animales asoman al exterior de sus madrigueras con los rostros dormidos, si abandonar aún el letargo invernal. Olfatean el aire en busca del permiso necesario para salir en busca del alimento que repare sus fuerzas y engorde sus cuerpos.

El verano, siempre cauto y contenido en sus maneras en las zonas altas, llega cargado de flores y colores vibrantes, de aromas a frutos silvestres y jugosos. Los lagos, alegres y rebosantes, lanzan destellos brillantes; la abundante roca, ahora desnuda, se calienta, puesto que planta cara al sol y le roba todos los rayos que puede. Mientras, en los bosques, vestidos de miles de tonos verdes, la sombra da cobijo al montañero, un momento de respiro antes de que siga adelante a alcanzar sus sueños y metas.

Cuando la primera hoja cae y las horas de luz decrecen, el otoño anuncia su llegada. Se escuchan los pasos rápidos del corzo sobre la hojarasca, el correteo ligero de la ardilla, el bramido ronco del ciervo… La vida cambia, se amolda, ralentiza su ritmo dispuesta a dormir, de nuevo, bajo el peso del invierno.

Todos esos escenarios ha captado el fotógrafo madrileño Juanjo Sierra en sus fabulosas fotografías para el calendario de 2023. Es una ocasión excelente para disfrutar de un trocito de los Pirineos en nuestro hogar. Calendario El Mundo de los Pirineos